Tuesday, November 12, 2013

Del Prof: Milciades Pinzon

 

                    Hoja de comentarios

Año 21,  09/XI/2013                                  ÁGORA Y TOTUMA                               # 306

Apartado 601-226 Chitré, Herrera            Vox clamantisin deserto”                     Universidad de Panamá

           milciadespinzon@gmail.com                                      Facebook.com                                    Twitter.com                              

www.sociologiadeazuero.net............................................Publicación afiliada al Círculo de Escritores de Azuero

Tenemos que despertar una nueva conciencia interiorana” Dr. Francisco Samaniego (1911-1962)

 

 

 

 

SI VIERAS ESTO, RUFINA

 

Te busqué, Rufina, y no te encontré. Hurgué entre los amarillentos papeles del archivo parroquial de La Villa que amaste; más ahora comprendo que esas pesquisas no importan. Mito o leyenda, carne y hueso, todo da igual cuando se siente y defiende un proyecto de nación. Importa poco cuando lo que está en juego es la identidad de nuestra gente y el morar con dignidad en la Península con nombre de colombianosantanderista que los cachacos le endilgaron a la antigua y fenecida provincia decimonónica.

Debes saber que ya no somos los mismos, no sólo porque moramos en otra época y distintos son los escenarios, sino porque la secularización ha hecho mella en nuestra gente y la modernización trastocó lo que fuimos para vendernos la máscara de la alienación que corroe los cimientos del Canajagua y El Tijera. Sí, transformamos la genética bovina del bostaurus y hasta la giba del astado luce su ferrete de InGot We Trust. ¿Aún recuerdas la elegancia musical del violín? El noble instrumento casi sucumbe ante el empuje del acordeón; esos fuelles que han sembrado de jorones y jardines la geografía, mientras el gaznate se inflama del seco que transforma tus tierras en cañaverales olorosos a mosto y etanol; sin olvidar al maíz transgénico que sobrevive a hierbas,  pero pare  mutaciones al estilo de la alianza Melo/Monsanto.

Hay muchas cosas que contarte, ahora que el Siglo XXI nos llena de smartphoneSmart tv y tablet. Si vieras esto, Rufina.. Este nuevo mundo de ruralidadligth. Todos vivimos la  apertura turística, minera, con profusión de mall, venta de tierras, borrachera de folclor adulterado; fenómenos que camuflan la cabanga que corroe el alma campesina, mientras la congoja muestra su faz, como antifaz de diablico en Corpus Chiristi santeño. En cambio, debajo de todo ello hay un orejano, un paisano que intuye que algo no anda bien en la tierra de Belisario y Ofelia. Míralo allí, en los festivales, tratando de llenar su propuesta existencial con carnavales, embriagado con falsas semanas del campesino y conmemorando efemérides intrascendentes.

Ya sabes que los tiempos no son iguales, ni tienen que serlo, pero la nuestra es una época de oropel, hedonismo y de la pose estudiada para disimular un cosmopolitismo vacío, hueco, vano. No hay que producir, el afán es ser licenciado, magister, doctor. Debes saber que para algunos lo campesino es un estigma, la cruz buchí que nadie quiere portar porque huele a albahaca y se aleja de los refinados olores de la perfumería francesa.

La verdad, Rufina, es que nos estamos volviendo un poco fenicios y en vano intentamos sepultar los valores que les dieron prez y gloria a los abuelos. Como si nuestra idiosincrasia fuera pecado y la casa de quincha una miserable propuesta arquitectónica demanutos.

Me duelen tus cosas, Rufina. A veces pareciera que araste en el mar, como Bolívar. Sin embargo, te pienso a la sombra de Cerro El Barco y miro en lontananza tratando de otear otros horizontes,  seguro de que el 10 de Noviembre no es un sueño ni una quimera. Y quiero ser y continuar teniendo la certeza de que el campesinado de Francisco Gutiérrez, Pedro GoytíaMeléndez, Ofelia Hooper Polo, Belisario Porras Barahona, Zoraida Díaz y Manuel F. Zárate no tiene que sucumbir ante tanta iniquidad. Estoy convencido que en algún punto de la segunda mitad del Siglo XX perdimos el rumbo, nos ilusionamos con las gaseosas importadas, estigmatizamos las tiendas pueblerinas y hemos ido denigrando la fonda porque ya no resultapretty, así como la gastronomía orejana retrocede ante el empuje de pizzas y hamburguesas.

Haz de saber que aún te rindo tributo, Rufa, porque en la fecha gloriosa agarro mi camisilla blanca y me voy a ver cómo se iza la bandera santeña, mientras la veleta de la iglesia santeña mira hacia otros rumbos, como si estuviera ahíta de escuchar tanto ruido y discurso banal; promesas que se han repetido por décadas sin el más mínimo ápice de vergüenza y deseos de cumplirlas. Ya sabes que ese día eres la reina, Rufina, sólo ese día. Reinado fugaz el tuyo, como si lucieras la diadema de otra intrascendente festividad istmeña.

Ya me lo confesaste y coincido contigo, no hay que desmayar. Algún día la Villa de Los Santos ha de ser auténtica tribuna de la nacionalidad y el 10 de Noviembre la fecha propicia para hablarle y rendirle cuentas a la nación, a esa patria que más allá de Morro de Puerco, Punta Mala y Divisa, aún espera que al grito libertario no se lo lleve el viento y termine corriendo la suerte del jupío campesino entre la hondonada de los cerros.

…..*…..

 

MÁS ALLÁ DE RUFINA ALFARO

Admitamos que el 10 de noviembre de 1821 generalmente lo celebramos como una fecha aislada de las causas que le originaron, como si el mismo fuera una mera invención de los santeños del Siglo XIX, como si detrás del personaje mítico de Rufina Alfaro existiera una historia carente de contradicciones sociales, lucha por el poder, hegemonía del catolicismo, apropiación de la tierra y conflicto con el Panamá transitista.

Basado en un enfoque renovador conviene recordar la fundación de la Villa de Los Santos, hecho acaecido el 1 de noviembre de 1569, porque a partir de ese momento se configuran los rasgos fundamentales de la sociedad santeña: agraria, tradicional, católica, rebelde y con cierto toque de independencia económica, lo que a la postre le permitirá forjar un modelo económico que será la antítesis del transitista, pero ligado a éste por lazos económicos. Un rol protagónico en este sentido le correspondió al llamado “Curato de Los Santos”, ya que esta jurisdicción religiosa demarca para la posteridad los límites administrativos de la región. En efecto, la visión religiosa impregna al sistema social y cultural, perspectiva que desde la primera mitad del Siglo XIX fue retada por la  cosmovisión liberal que se hizo eco de la renovación española (Constitución de Cádiz, 1812) y los conatos independentistas de las primeras décadas del decimonono.

Estimo que podemos querer mucho a nuestra Rufina, pero el suceso no puede explicarse sólo por la existencia o inexistencia del personaje popular; narración hermosa y romántica que camufla, sin pretenderlo, las causas reales del conato santeño. Me luce que en lo profundo del Grito hay un conflicto, latente y no resuelto, entre dos modelos de país: el forjado en la zona de tránsito y el que tenía por sustento las áreas interioranas. La primera de las propuestas se impondrá sobre la segunda y terminará por hacerla un apéndice de sus intereses. Es decir, expresa en el plano político lo que ya era una realidad en el orden económico. El 10 de noviembre es la manifestación más clara de esa contradicción mercantilista y agraria. Los Santos es la zona interiorana que encarnó esa visión de patria, que al sustentarse en el indicado modelo agrario, va forjando una cultura que se aleja del transitismo pero que vive directa e indirectamente del flujo de mercancías y de población que atraviesa de uno a otro océano. Esa relación es tan real y dialéctica que perdura a lo largo del Siglo XIX y XX. La encontramos en el liderazgo campesino de Pedro Goitía, el apoyo de la zona al Dr. Belisario Porras durante la Guerra de Los Mil Días e incluso (ya en el Siglo XX) en la base popular del general Omar Torrijos, suceso político que tiene un importante antecedente en la labor del general Buenaventura Correoso en la segunda mitad del Siglo XIX.

Hay que percatarse que el desafío histórico al poder que se asentó en Panamá Viejo y luego en la urbe que duerme en las faldas del Cerro Ancón, únicamente ha sido retado mediante la alianza entre el arrabalsantanero y los campesino pequeño-propietarios de las provincias ubicada al oeste de la capital de la república. Este fenómeno ya lo observaba con gran nitidez el investigador Hernán Porras en un lúcido ensayo de la vigésima centuria.

Para muchos el Grito Santeño formula un desafío a la hegemonía hispánica en el Istmo y no lo pongo en dura, pero pareciera que el enfoque se queda corto al analizar las causas endógenas. Creo que hay en todo ello una postura de doble vía, una crítica al poder español pero, también, un solapado reto ante el control político del eje histórico Nombre de Dios-Portobelo-Ciudad de Panamá. Qué duda cabe que esta visión orejana y agraria carecía, para la época, de la existencia de una intelectualidad que lograra teorizar sobre la misma y resumir el verdadero motivo del 10 de Noviembre. En efecto, el eje La Villa-Parita-Natá aún no había madurado lo suficiente como para entender su rol histórico y de grupo que, por cierto.aún carece, Acaso sea la actitud de Francisco Gómez Miró la que parece encarnar una visión más clara de lo que acontece ese 10 de Noviembre de 1821.

Dicho lo anterior, el caso de Rufina Alfaro hay que entenderlo en ese complejo mundo de la cultura popular del decimonono. Estamos ante una masa de campesinos, que no obstante participar del evento histórico, no aparece como firmante de documentos, no sólo porque era analfabeta, sino porque era instrumento de la embrionaria “élite” rural de la sabana santeña. Lo que acontece con la Heroína parece dejar algo en claro, lo prohombres santeños le escamotearon a ese pueblo un protagonismo que quizás éste lo asumió en el polémico personaje de La Peña. Por eso la existencia de Rufina Alfaro siempre me ha parecido una discusión hasta cierto punto ociosa y exageradamente cartesiana, porque echa en saco roto una poderosa razón sociológica: la cultura científica sólo es una dimensión de la cultura social. Ninguna sociedad es toda ella razón pura, invariablemente se nutre de sentimientos, poesías, tradiciones y toda una magia que es la que le da sentido a la existencia grupal.

Concluyo con algo que me parece axial en el acontecer contemporáneo. Pareciera que luego de tantos años aún no logramos valorar la verdadera trascendencia del Grito Santeño; más allá de Rufina, los desfiles, los tambores y las cornetas; incluso la clase política se aleja de esta visión de patria, una de las pocas surgidas del corazón de nuestros campos.

Y como es dable pensar, al carecer de un proyecto de nación orejana (sepultado luego del 10 de Noviembre de 1821), otros empujan y nos imponen el de ellos, mientras nos conformamos con ser “la cuna del folklor”, aunque el folklor no tenga cuna y otros ordeñen la ubre de la patria istmeña.

 

……mpr

No comments:

Post a Comment