Friday, November 15, 2013

Partido Revolucionario Democratico

ANTECEDENTES  HISTÓRICOS

I.  ANTECEDENTES

Los panameños y panameñas luchan desde hace siglos por construirse una nación independiente y soberana, y crear una patria próspera, equitativa y justa para todos sus habitantes.

Las gestas libertarias, que se inician con personajes legendarios —como Urraca y Bayano— crecen con José Domingo Espinar, Tomás Herrera, Buenaventura Correoso, Pedro Prestán y Justo Arosemena; se reafirman con Belisario Porras, Victoriano Lorenzo, Amelia Denis De Icaza, Sara Sotillo, Clara González, Dora de Zárate, Reyna Torres de Araúz y demás gestores de la nacionalidad; se robustecen con las organizaciones populares y sindicales; y se nutren con la sangre de los héroes y mártires de 1925 y 26, 1947, 1958,1964 y 1989.

En nuestra historia se forjan las tradiciones patrióticas, democráticas y de justicia social, enriquecidas por los esfuerzos de consolidar la nacionalidad panameña, recuperar la integridad territorial, rechazar las injerencias extranjeras, y de crear un orden socioeconómico, político y cultural más solidario y participativo.

Así como en una parte de la historia panameña se refleja el interés de las grandes potencias por controlar el Istmo, como una actitud sustentada en la debilidad económica, institucional y demográfica del país, también han quedado registradas las luchas de las fuerzas populares y patrióticas, empeñadas en consolidar la soberanía nacional.

A finales del siglo XIX, la intervención norteamericana contribuye a derrotar la reforma social y política promovida por los panameños que combatieron en la Guerra de los Mil Días; y en los albores del siglo XX, esa misma intervención frustra los reiterados esfuerzos por la independencia nacional, al implantar un enclave colonial en el sitio más privilegiado del territorio panameño y subordina a la naciente República como un semiprotectorado.  El Estado panameño es debilitado al extremo de que por la imposición extranjera, se disuelve el ejército y se desarma la policía, menoscabándose la autoridad del Gobierno en el propio país y en el exterior.

Sucesivas generaciones enfrentan aquella situación.  En 1968, tras 65 años de vida republicana, la incompetencia de las estructuras existentes, el estancamiento de las posibilidades de desarrollo, la reiterada utilización de la policía para salvaguardar los intereses de las élites gobernantes, la ocupación colonial de una parte del país y el atraso del resto del territorio nacional, prohíjan una crisis generalizada del sistema político que incapacita a los gobiernos y partidos tradicionales para mantener el funcionamiento institucional de la República.  A la vez, las organizaciones populares y patrióticas, pese a su heroica abnegación, en ese momento, carecen de la orientación, los medios políticos y la capacidad de darle un viraje decisivo a la situación.

La crisis estructural se agrava por el hecho de que la negociación con Estados Unidos, posible gracias a la eclosión patriótica del 9 de enero de 1964, se encamina a prolongar y extender la presencia militar norteamericana en Panamá a través de los Tratados de 1967, los llamados “Tres en Uno”.

Esta circunstancia es uno de los antecedentes del golpe de Estado de octubre de 1968, protagonizado por un grupo heterogéneo de mandos medios de la Guardia Nacional.  En diciembre de 1969, el General Omar Torrijos desarticula una conspiración en su contra y asume la dirección efectiva de la institución militar, lo que le permite iniciar, con creciente apoyo popular, un proceso de cambios sociales y liberación nacional.

II. EL PROCESO TORRIJISTA DE LIBERACIÓN

Surge, así, un nuevo sistema de gobierno, con una estructura netamente popular y representativa de toda la geografía social del país, que por primera vez establece la política de consulta y participación democrática a todos los niveles.  Se instaura el principio de reconocer igual valor a todos los panameños y se promueven los mecanismos institucionales para ejercerlo a través de un amplio conjunto de instrumentos de diálogo y concertación, desde las Juntas Comunales y Locales hasta la Asamblea Nacional de Representantes de Corregimiento.

Aquel gobierno plantea en las circunstancias de la época transformar al país. Impulsa el desarrollo integral, al menor costo social posible, con miras a beneficiar a todas las capas de la población. Procura el incremento de la productividad, la mejor distribución de los ingresos y hacer más justas las relaciones laborales.  Amplía la cobertura de la seguridad social, fortalece la red de servicios de salud y educación, y desarrolla la cultura y el deporte. Incrementa la protección y estímulo a las empresas productivas panameñas, propicia la organización de asentamientos campesinos, apoya el cooperativismo, desarrolla un amplio programa de reforma agraria, incrementa en varias veces la red vial y las obras de infraestructura, construye complejos energéticos e industriales, y promueve la recuperación del territorio nacional y sus recursos naturales.

A la par, desarrolla una política exterior que recaba la solidaridad internacional y reafirma efectivamente la soberanía nacional en todo el territorio.  Esta políticatiene como principios básicos el no alineamiento, la autodeterminación, el rechazo a toda forma de colonialismo, neocolonialismo o discriminación racial, la amistad con todos los países del mundo y la solución pacífica de las controversias internacionales.

Pese a la resistencia de los grupos favorecidos con el estatus anterior, la nueva forma de gobernar abre cauces al debate creativo, desarrolla los derechos sociales, propicia el pluralismo ideológico, elimina todo tipo de persecución o discriminación por motivos ideológicos.  Esto da lugar a un régimen de convivencia entre todos los grupos sociales y corrientes ideológicas que aspiran al desarrollo autónomo de la nación panameña.

El torrente de reformas sociales, económicas y políticas crean nuevos protagonismos políticos, mayor movilidad social de los sectores medios y populares, especial mención merecen las acciones programadas por el movimiento sindical del sector público y privado así como un pujante movimiento de modernización del Estado panameño, cuyas proyecciones llegan hasta la actualidad.

En contraste con la fuerza pública que los gobiernos tradicionales usaban a su arbitrio para salvaguardar sus intereses y reprimir las protestas sociales, la Guardia Nacional que Omar Torrijos modela se identifica con el movimiento popular, lo cual constituye un cambio político inédito, que le granjea liderazgo y protagonismo.

La definitiva eliminación del Tratado de 1903 es el logro más trascendente de aquellos años. La cesión perpetua de la franja canalera y el establecimiento del enclave militar extranjero en la cintura ístmica le había quitado a Panamá su principal recurso económico, impidiendo usarlo para impulsar el desarrollo nacional.

Negociar el desmantelamiento del enclave no fue una tarea fácil.  Hubo panameños y panameñas empeñados en evitar que tal cosa ocurriera argumentando que sería catastrófico y que “nadie come soberanía”.

En ese contexto, esos sectores de políticos tradicionales, se oponen a las negociaciones y a la aprobación de los Tratados TorrijosCarter; y hasta cabildearon ante el Senado de Estados Unidos para impedir su ratificación.  Unos argumentan que los Tratados Tres en Uno, de 1967, son mejores; otros, que esperar 23 años sería excesivo.  Ese plazo, impuesto a Panamá, así como las arbitrarias enmiendas introducidas por el Senado norteamericano, son costos altos, pero inevitables, para lograr la salida definitiva de las tropas extranjeras y la reversión del Canal.

Hoy los hechos demuestran que ese período de transición permitió una transferencia ordenada, eficiente y sin traumas económicos.  Concluida esa transición, el Canal funciona con iguales o mejores índices de calidad, y la ausencia de las tropas extranjeras se puede compensar con creces a través de un adecuado aprovechamiento de los bienes revertidos.

El éxito del largo y complejo proceso negociador, posible gracias a la movilización popular, a la unidad nacional y al respaldo solidario de las naciones latinoamericanas y del mundo, junto con la firmeza patriótica y la sagacidad política demostradas en las negociaciones un país pequeño recupera su más valioso recurso natural de manos de una gran potenciale dieron a Panamá su mayor prestigio.

Al entrar en vigencia los Tratados, Panamá recobra la jurisdicción total sobre la antigua Zona del Canal; tres cuartas partes del territorio ocupado por los Estados Unidos, varias poblaciones y los puertos de Balboa y Cristóbal revierten inmediatamente a la jurisdicción nacional; se extingue la figura del gobernador extranjero y poco después desaparecen los últimos policías y tribunales norteamericanos.

Para garantizar el éxito de la negociación de los Tratados TorrijosCarter y de su puesta en vigor, en los años 70 y 80, el Torrijismo pospone diversas iniciativas de transformación y desarrollo sociales a fin de preservar la unidad nacional necesaria para lograr ese objetivo. Comprender esa posposición fue un gesto magnánimo de las organizaciones populares y de los trabajadores, que todavía están entre nuestros compatriotas más necesitados.

Ello significa que lo que aún queda por hacer para cumplir los objetivos torrijistas es mucho más de lo que ya se consiguió. Ahora Panamá enfrenta nuevos retos y posibilidades.  Si bien Omar Torrijos transformó y modernizó al Estado panameño, proponiéndole al país nuevos valores culturales y cívicos, así como un ambicioso plan de desarrollo integral educación, salud, relaciones laborales, derechos ciudadanos, política exterior ese esfuerzo quedó inconcluso en aras de la lucha por las reivindicaciones panameñas sobre el Canal.

Ahora, con el adecuado aprovechamiento de los recursos de la región interoceánica, las condiciones son más favorables para que podamos darnos una sociedad mucho más productiva, justa y equitativa, moralmente fortalecida, donde se consoliden la solidaridad humana y el desarrollo integral y sosteniblepolítico, social, económico y cultural con la participación democrática de todas las fuerzas progresistas del país.

 

III. EL CAMINO RECORRIDO

Al ratificarse los Tratados Torrijos-Carter, se establecen condiciones para emprender la nueva institucionalización democrática del país.  El General Omar Torrijos decide espontáneamente entregar la conducción política del Estado a un equipo enteramente civil, democráticamente electo por la Asamblea Nacional de Representantes de Corregimiento.  Este paso lo da en la cumbre de su prestigio y popularidad; hecho ejemplar y sin paralelo en los anales latinoamericanos.

Desaparecida la Zona del Canal e iniciado el proceso de recuperación de la vía acuática, quedó en primer plano la exigencia de superar los males del atraso y el subdesarrollo, la necesidad de atender las justas demandas de los sectores populares y de los empresarios interesados en el desarrollo del país.  Además, activar a los partidos tanto de nuevo tipo como tradicionales en cuanto actores en la vida política nacional.  Para esto, se procura avanzar de un modo que, a la vez que se fortalece la vida democrática, se evite que los progresos obtenidos sean destruidos por los grupos interesados en volver a la vieja situación, o que unos pocos arribistas se apropien de sus resultados para fines personales.

Para concretar ese nuevo desarrollo democrático, el General Torrijos inicia el proceso que define como “el repliegue", a través del cual prevé que la Guardia Nacional y la totalidad de sus oficiales se dediquen únicamente a sus tareas profesionales, que las actividades políticas vuelvan a ser ocupación exclusiva de las personalidades y agrupaciones civiles, y se abra la competencia democrática de los partidos libremente constituidos.

La iniciativa de Omar Torrijos de fundar el Partido Revolucionario Democrático se da en ese contexto, con el fin de preservar lo ya avanzado y darle nuevas metas al proceso de reforma social y liberación nacional por medios políticos democráticos.  Para ello era preciso organizar políticamente a los sectores populares y patrióticos identificados con el torrijismo, con vistas a la captación consciente y democrática de la participación y el voto ciudadanos.  Esto le permitió al PRD materializarse desde el momento de su fundación como el mayor, el mejor organizado y el más combativo partido político de la historia panameña.

Luego de la trágica desaparición física del General Torrijos, en el seno de la institución militar se inició una pugna por el poder, que da al traste con el proyecto torrijista de transferir el ejercicio del poder político a los civiles e instaurar una democracia moderna y pluripartidista. Estas circunstancias comprometieron la independencia del partido y lo subordinaron a las coyunturas castrenses.

 

 

Aquellos errores contribuyeron a que se desgajaran distintos sectores sociales y económicos que habían sido incorporados al proceso de cambios estructurales y descolonización liderado por el General Torrijos.  Esto resquebrajó la unidad nacional e impidió cumplir diversas urgencias del desarrollo socioeconómico y político del país. La polarización inducida en la sociedad panameña por la escalada injerencista del gobierno de los EEUU, sirvió a algunos sectores, que,por distintas consideraciones, sabotearon la economía nacional y allanaron el camino a la brutal invasión estadounidense de diciembre de 1989.  Este hecho trágico para la nación produjo luto y dolor en la familia panameña, laceró la dignidad nacional y destruyó la economía del país.

Más que buscar responsables de lo ocurrido en esa etapa, interesa analizar críticamente ese período y asimilar sus lecciones, para reafirmar la indeclinable independencia política del PRD, robustecer sus raíces populares, su democracia interna y consolidar la democracia representativa y participativa en el país.

Merecen honroso reconocimiento las panameñas y los panameños, y entre ellos los torrijistas, que en esas dolorosas circunstancias inmolan sus vidas o pierden su libertad y sus derechos ciudadanos, son perseguidos o van al destierro.  La patria debe rendir el merecido tributo a sus mártires.

Asimismo, merecen mención especial los dirigentes que logran reagrupar el Partido, aglutinando su militancia, reorganizándolo desde sus bases y, pese a la persecución y hostigamiento, triunfar en las elecciones parciales de 1991.  Igualmente, la nueva dirección política y su representación parlamentaria y local dirigen la lucha política en oposición, logrando en 1992 la derrota del gobierno en su intención de reformar la Constitución.

En 1994, el partido obtuvo el triunfo gracias a su unidad interna, al espíritu combativo de su militancia y al programa de gobierno que ofreció al país.  Entre 1994 y 1999, el PRD entra en un proceso de ampliar su democracia interna, e introdujo el mecanismo de las elecciones primarias, para la selección de toda su oferta electoral.  Desde el gobierno, el PRD retoma el proceso de la modernización del Estado, transforma la economía, crea las bases para el país del nuevo siglo, y culmina el proceso de transferencia del canal y sus áreas adyacentes, iniciando su incorporación al desarrollo nacional.

No obstante todos estos avances, el PRD no pudolograr la victoria electoral en 1999, que hubiese permitido las transformaciones sociales pendientes y cristalizar la justa aspiración de que un torrijista, en su condición de presidente de la república, recibiera el Canal.

El cumplimiento de los Tratados TorrijosCarter honra al Partido torrijista como lo demostraron los masivos actos con los que el PRD celebró la reversión del canal el 31 de diciembre de 1999, expresando sus sentimientos patrióticos y a la vez asumiendo las nuevas responsabilidades. Una de ellas es prepararse de inmediato para encabezar políticamente la construcción de un nuevo país.

Así lo expresa el proyecto ideológico y programático que, frente a las ingentes demandas del siglo XXI, entraña el relanzamiento del Partido Revolucionario Democrático cuando Panamá está frente a un entorno mundial transformado.  El país, hoy, debe darse las reformas estructurales, sociales y culturales más adecuadas para atender las expectativas populares y para interactuar con la nueva realidad internacional de modo que sea más beneficioso para los panameños y panameñas del nuevo milenio.

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

I. NUEVOS RETOS

La presente Declaración de Principios del Partido Revolucionario, define los conceptos, carácter y principios generales de nuestra organización política, en las condiciones del presente y con perspectivas hacia el porvenir. En los nuevos retos de la sociedad panameña, el PRD está comprometido, por vocación e historia, a participar y actuar en la dirección de asegurar la patria de todos.

Por ello, las tareas del Partido en el primer cuarto del siglo XXI se cumplirán dentro de una sociedad nacional distinta de aquella en la cual Omar Torrijos fundó el PRD, pero donde los principios y objetivos para los cuales el Partido se creó continúan siendo igualmente válidos y eficaces.

Hacia el año 2025, Panamá tendrá aproximadamente el doble de población y, particularmente, una pirámide demográfica caracterizada por otra estructura: en la base, habrá una proporción menos cuantiosa de jóvenes; en la cúspide una mayor proporción de panameños de la tercera edad; y en el plano medio una población trabajadora cuya productividad y competencia deberán ser suficientes para asegurarle una digna calidad de vida a los ciudadanos de mayor edad, para garantizarle la mejor formación y capacitación técnica y humanística a los compatriotas más jóvenes y para procurar una mejor calidad de vida al conjunto de la sociedad nacional.

La nación que hay que construir deberá sustentarse en la equidad y el desarrollo humano mejorando la calidad de vida de todos los panameños y panameñas, para lograr una nación física y moralmente saludable, con base en el principio de que el más valioso recurso del país son los panameños y las panameñas, quienesasimismo han de ser los mayores protagonistas y beneficiarios del desarrollo nacional.

Por consiguiente, no bastará resolver el problema de la suficiente oferta de empleo, sino también los de la distribución del ingreso y de la riqueza nacional, el poder adquisitivo del salario y el desarrollo humano de cada ciudadano y de su familia.

Una nación educada

En un mundo de economía aún más globalizada, la competitividad panameña no debe cifrarse en ofrecer materia prima y mano de obra baratas, sino en la capacidad nacional para generar, difundir, transferir  y aplicar conocimientos, en la de nuestra fuerza laboral para emplear tecnologías avanzadas y contribuir a su transformación y en la de nuestra economía para redistribuir sus beneficios con equidad y para garantizar el desarrollo integral y sostenible de todas las regiones del país.

Formar y desarrollar la fuerza trabajadora y profesional panameña, idónea para estos fines, exige una verdadera transformación  educativa y cultural, tanto en el sistema educativo formal como en múltiples programas de formación profesional no formales, y en los diversos ambientes laborales.

Por una parte, tendrá que luchar por erradicarse la pobreza y la exclusión social, con la participación organizada y directa de todos los afectados.  Por otra, toda estrategia deberá priorizar la atención a la salud e impulsar una educación preescolar, básica, media y superior de calidad, especialmente en las áreas rurales, indígenas y urbanas marginales.

A la vez, al país le tocará participar inteligentemente en un mundo gobernado por el conocimiento y la información.  Es indispensable fortalecer la capacidad nacional de formar investigadores y tecnólogos, crear infraestructura científica y estimular el interés de la población por la ciencia y la tecnología.

Una nación competente

Por otra parte, nuestras capacidades productivas deberán aplicarse a un variado conjunto de áreas de inversión en las cuales Panamá pueda desempeñarse exitosamente en un mundo más intercomunicado y competitivo.  Será preciso prever anticipadamente en cuáles rubros nuestro país podrá incursionar con éxito, así como desarrollar la más alta capacidad para mover y readaptar las inversiones, la fuerza laboral y las tecnologías de uno a otros campos, previendo los frecuentes cambios de la demanda externa y el surgimiento de nuevas oportunidades.

El objetivo es desarrollarnos democráticamente como una nación competente, y no sólo como un país competitivo.  Una nación competente es aquella capaz de atender satisfactoriamente las necesidades básicas –materiales y culturales de toda la población y de garantizar la igualdad de oportunidades y el desarrollo humano de todos sus ciudadanos.  Por lo tanto, ser competentes y competitivos demanda aplicar políticas y decisiones encaminadas a promover una alta eficiencia y productividad de nuestra fuerza de trabajo, empresas y economía pero, sobre todo, exige alcanzar amplia justicia, participación, equidad e integración sociales.

II. CARÁCTER DEL PARTIDO

Nuevas realidades, retos nacionales y perspectivas inéditas se han abierto para Panamá en el presente y hacia los años inmediatos y futuros. Estamos en otra etapa de nuestra historia y en mundo cambiante y dinámico.

Los torrijitas, junto a los demás sectores patrióticos y democráticos de la sociedad panameña, constituimos la fuerza histórica capaz de asumir, en las nuevas circunstancias, la construcción de un nuevo país multiétnico y pluricultural, libre, próspero, justo, solidario, pacífico y soberano.

El PRD tiene, en consecuencia, la responsabilidad ineludible de actualizar y revitalizar sus concepciones, adaptar su Programa a las realidades presentes que se han configurado y proyectar con creatividad y hacia adelante, las mejores y más novedosas ideas que consoliden en forma definitiva el estado nacional y forjen un destino superior para el pueblo panameño.

Nos corresponde, como partido, vertebrar un proyecto político lúcido y de gran alcance, en concordancia con las aspiraciones e inquietudes de todos los ciudadanos, para este momento histórico y para el porvenir, que sea viable, posible y que posea una clara visión del rumbo que debe transitar la nación panameña y las acciones a tomar en la correcta dirección histórica.

Nuestras propuestas tienen que estar permanentemente sustentadas en una certera interpretación de las realidades del país, sin enfoques obsoletos y ya superados, identificando nuestras potencialidades y fortalezas como nación; y contener respuestas y soluciones concretas para las expectativas y necesidades de los panameños y panameñas, de modo tal que puedan identificarlas como propias.

El PRD, en estas nuevas circunstancias, debe desarrollar un esfuerzo consciente, activo y continuo de adaptación y flexibilidad, luchar por dotar al país de una nueva cultura política, y en virtud de la renovación de sus métodos y prácticas, poseer una nítida identificación como el instrumento más idóneo de la sociedad para sus necesarias transformaciones.

Se trata, ahora, del PRD capaz de impulsar y dirigir el salto hacia el nuevo país y conducirlo en ese nuevo estadio de conquistas nacionales. Esa es la misión que corresponde y que exigen las circunstancias de hoy.

Ello requiere, de manera permanente, que el partido posea una estrategia para la acción caracterizada por su gran dinamismo y articulación con el conjunto social.  Sólo convocando a la más amplia participación social los cambios serán posibles.

Implica incorporar a la vida partidaria los ajustes internos sustanciales que nos permitan abrir amplios espacios y compromisos con todos los actores sociales y establecer relaciones con los nuevos tipos de organizaciones de la sociedad, sin prejuicios ni sectarismos.

Fijar esta estrategia, en arreglo a los valores que defendemos y promovemos, permitirá al PRD ejercer su liderazgo político inmerso en la sociedad y comprometido con ella.  Crecer, desarrollarnos e interactuar en el conjunto social es lo correcto.

En estas nuevas circunstancias, integrar los intereses y aspiraciones de sectores sociales con diversos niveles de desarrollo, es la vía adecuada para ser el partido que garantiza el proyecto de desarrollo nacional con justicia social que merece y demanda Panamá.

Así, el PRD se expresa como un partido con vocación de consenso y de representar a las mayorías. Luchamos y actuamos por un proyecto de nación único y de participación, de profundización democrática, sin exclusiones; nos dirigimos hacia la conquista del bienestar general, la justicia social, la equidad y el pleno ejercicio de todos los derechos humanos y sociales.

Nuestra concepción del país tiene como núcleo la construcción del Panamá justo, con opciones de vida y dignidad, convocando a todos los interesados en su edificación, donde se asegure el futuro de nuestra Patria.  Lo primero, lo supremo, es hacer el país de todos.

En consecuencia, nuestra conducta como organización tiene que caracterizarse por poseer una ágil iniciativa política, por formular una oferta política honesta, sin engaños y sin dobleces, siendo consistentes en todo tiempo y condiciones; expresándole a la sociedad nuestras ideas, motivaciones y principios con coherencia y franqueza, y con la convicción de que constituyen herramientas transformadoras, positivas, trascendentes y confiables para el avance nacional.

Distinguirnos por proponer los horizontes y las metas nacionales coincidentes a alcanzar, sin estrecheces ni mezquindades, por propiciar la consulta y los valores del diálogo, afirma el carácter constructivo y torrijista de nuestro partido y nos singulariza ante los ciudadanos.

En ese sentido, el PRD actuará como una organización viva, irradiando confianza pública con sus actos y sus definiciones ante la problemática nacional, aportando decididamente a la sociedad, sirviéndole con lealtad y desprendimiento para su progreso y ostentando una escala de valores éticos y morales ejemplares. Esta conducta nos caracterizará tanto en oposición como en la conducción del gobierno.

Nuestro propósito de servir al país y concretar las transformaciones necesarias para una mejor sociedad, entraña la aspiración de ser un partido para gobernar.  Nuestro Programa responde a esta aspiración legítima y ganar la confianza de la mayoría para que nuestro proyecto político se ejecute desde el gobierno. Por ello, el PRD tiene que ser siempre una organización política preparada y equipada para desempeñar las tareas de conducir al país y realizarlo con eficiencia y eficacia.  El PRD, en consecuencia, tiene el deber de enriquecer la capacidad política de sus militantes en forma permanente y que posean un alto sentido de integridad, responsabilidad y transparencia en el ejercicio de las funciones públicas.

En caso de estar en oposición, el compromiso con la democracia es igualmente válido. El partido fuera del gobierno tiene responsabilidades y tareas propias de la representación política que encarna. Velar por los intereses y derechos de quienes nos otorgan su confianza, implica ejercer la oposición con la fidelidad a esos ciudadanos y a los compromisos adquiridos; y, además, es propio e irrenunciable persistir en señalar todo aquello que sea nocivo y contraproducente para el bien general del país, así como tener una actitud abierta y comprometida para proponer las mejores alternativas y soluciones más justas.

Integrado, por fin, todo el territorio nacional, nos abocamos a las fundamentales tareas del Panamá del siglo XXI y fijar el camino seguro hacia el futuro.

Es imprescindible que el PRD ejerza el liderazgo nacional al que está llamado y que se corresponde con los motivos superiores que le dieron vida.  La unidad y su capacidad de respuesta constituyen los motores principales para ejercer su papel transformador en la sociedad panameña, y estar siempre presente con sentido de patria, y en primera línea, construyendo el país de todos.

El Partido Revolucionario Democrático, así concebido, reafirma, de manera inseparable, las siguientes características fundamentales:

El Partido es revolucionario: Su doctrina y acciones promueven una transformación de las estructuras injustas o atrasadas, para lograr el desarrollo humano, incluyente, integral, participativo y sostenible del país en beneficio de todos los sectores socialesespecialmente los menos favorecidos y convertirlo en una democracia moderna, pluralista, solidaria y participativa, sustentada en el desarrollo social, económico, político y cultural, en términos de una justicia y equidad sociales que corrijan las injusticias y desequilibrios históricos, y donde se recompensen las aportaciones de cada uno al progreso y el bienestar generales. Esta transformación de la sociedad panameña debe realizarse al menor costo social, impulsando los cambios con la comprensión y el apoyo de las mayorías ciudadanas.

El Partido es democrático: Procura el más amplio consenso alrededor del proyecto de desarrollo integral y sostenible postulado por esta Declaración de Principios y el Programa del PRD, encaminado a una democratización efectiva de las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales del país, con base en la política de consulta, representación y participación.  Reconoce la igualdad de género, la diversidad étnica y sociocultural de la población del país y vela para que todos los sectores de la geografía social panameña dispongan de libertad, organización y medios de expresión idóneos para ser parte en la toma de decisiones de interés nacional o local, y para que todos los ciudadanos gocen de libertad de conciencia e iniciativa, y ejerzan su derecho a organizarse, expresarse y movilizarse en interés nacional y popular.

Igualmente, al poseer el PRD un proyecto de nación, su política se dirige a defender y desarrollar la plena independencia y autodeterminación nacionales, a afirmar la soberanía panameña en todos los ámbitos, contra toda forma de tutela foránea, y contra toda modalidad de hegemonía o injerencia extranjera en las instituciones o las decisiones políticas o económicas panameñas, como corresponde a los objetivos liberadores que definen al torrijismo.

En nuestra organización se agrupan panameños de todas las corrientes patrióticas y progresistas, unificando dentro de sus Principios, su Programa y su acción a las clases y grupos sociales interesados en la continuidad y la renovada vigencia del movimiento popular y democrático: a las mujeres y los jóvenes, a los diversos grupos étnicos, a los trabajadores y productores rurales, a los obreros y los empleados, a los educadores y los estudiantes, a los profesionales e intelectuales, a los empresarios y todo aquel que comparta el proyecto de desarrollo humano sostenible, incluyente, integral y participativo que impulsa el PRD.

Su proyección política se identifica con las aspiraciones de la población, en función de construir una sociedad más justa, equitativa y solidaria, con base en los esfuerzos productivos de los propios beneficiarios del progreso social.

Esto significa que ante las controversias que puedan darse en el seno de la sociedad, el PRD siempre optará por defender los intereses más generales del conjunto de la población.  Así mismo, que una mayor productividad del trabajo debe acompañarse con una mejor distribución social de la riqueza para crear aquello que ha de distribuirse, y que el PRD condena la política clientelista o demagógica de ganar simpatías repartiendo dádivas y favores, y en su lugar opta por organizar a los sectores sociales y proporcionarles los apoyos iniciales para que ellos mismos sean los actores y dueños de su progreso.

Todos los miembros del PRD hacen suyos los postulados ideológicos y políticos torrijistas contenidos en la Declaración de Principios, el Programa y losEstatutos del PRD, defendiendo, desarrollando y cumpliendo esta doctrina unitaria y organizadamente en los diversos campos del quehacer político, institucional, económico, social y cultural.  Si bien el Partido promueve el pluralismo ideológico, político y cultural como norma de vida para la sociedad panameña, su membresía es unitaria en su doctrina, organización interna y comportamiento político, con base en lo establecido en dichos documentos fundamentales.

Todo miembro del PRD militará activamente en su respectivo sector gremial, frente o estructura de trabajo comunitario.

La política y acciones del partido deben provenir de la consulta y debate en sus organismos de base y frentes sociales y comunitarios, y reflejar y expresar la voluntad de sus membresías a través de la discusión de los objetivos a lograr en cada comunidad, región y sector social o frente de lucha.

Las decisiones del PRD, así como la integración de sus organismos dirigentes a todos los niveles, dimanarán de sus bases y deberán ser democráticamente confirmadas por las mismas, y los dirigentes del partido deberán rendir cuentas a su membresía.

El PRD se caracterizará por su vigilancia y cuestionamiento crítico de las conductas oficiales, y su exigencia del cumplimiento del deber y rendición de cuentas de sus miembros como servidores del Estado.

El PRD es, esencialmente, una organización de carácter independiente y de principios; por ello, se sustentará y actuará con independencia respecto a las entidades públicas e intereses privados y, velará por el cumplimiento de todos los postulados y programas torrijistas.  Se guiará exclusivamente por susPrincipios doctrinarios, su Programa, sus Estatutosy las decisiones de sus organismos de dirección, y nunca permitirá que las estructuras o la membresía partidarias se manipulen en interés burocrático o privado, sean pasto del arribismo o el oportunismo, o se utilicen con fines personalistas o deshonestos.

Asimismo, el PRD se opone a recibir cualquier género de contribución de origen ilícito, o que condicione o mediatice su independencia política, por lo cual se sustentará fundamentalmente con los aportes económicos previstos por la ley, además de los generados por sus propias estructuras y miembros.

III. PRINCIPIOS GENERALES

Las concepciones, propuestas y acciones del PRD se basarán en un conjunto de principios fundamentales.  El acatamiento, aplicación y desarrollo de dichos principios es un deber permanente de todos los miembros y organismos del Partido, que deberán luchar por su cabal cumplimiento. Dichos principios son los siguientes:

1.
El Partido Revolucionario Democrático es una organización política permanente cuyo pensamiento político, fines y objetivos se inspiran en el ideario torrijista y en los postulados ideológicos y programáticos de la socialdemocracia.
2.
El PRD orientará sus propuestas y actividades conforme al objetivo de lograr una sociedad moralmente fortalecida, que desarrolle valores de auténtica equidad, justicia y solidaridad humanas. Los planteamientos y acciones del Partido se encaminarán a fortalecer los valores fundamentales de la cultura cívica de los panameños, y a robustecer y perfeccionar los mejores rasgos de la idiosincrasia nacional.
3.
El PRD luchará para construir el país social, política, económica y culturalmente más integrado, justo y participativo, en bien de todos los sectores sociales, regionales y étnicos de la población panameña, para lo cual organizará y movilizará a las diversas fuerzas sociales de la nación.  El PRD se opondrá firmemente a toda forma de discriminación o marginación por razones de sexo, raza, religión, edad, posición económica o discapacidad física. Base para lograr estos propósitos será el cumplimiento del proyecto de desarrollo humano, incluyente, integral, participativo y sostenible, de un nuevo Panamá, plasmado en esta Declaración de Principios y en el Programa del Partido.
4.
El PRD luchará para que el poder público siempre sea expresión genuina de la voluntad mayoritaria, de todas las comunidades y sectores sociales del país, y que los procedimientos de consulta y participación en las decisiones de interés nacional, sectorial o comunitario sean accesibles a todos los grupos sociales que integran la comunidad nacional.
5.
El PRD luchará por la consolidación de los gobiernos locales mediante la descentralización de la gestión de los municipios, fortaleciéndoles su capacidad económica y administrativa con el fin de que logren implementar los servicios vitales de su comunidad.
6.
El PRD impulsará los principios y procedimientos democráticos basados en la consulta y el sufragio ciudadanos, así como en la representación y participación popular y ejercerá el poder público con pleno respeto a la Constitución Política y la ley, en beneficio del desarrollo integral, sostenido y autodeterminado de la nación, conforme a los principios y objetivos expresados en estaDeclaración de Principios y el Programa del Partido.
7.
El PRD defenderá los derechos humanos, los derechos ciudadanos y las libertades individuales y sociales, así como el principio democrático del pluralismo ideológico, político, étnico y cultural, defendiendo el derecho a la información oportuna y confiable, a la libertad de expresión, organización y participación de las diversas corrientes que enriquecen el pensamiento político contemporáneo y la cultura panameña. Por consiguiente, el Partido se define como una organización opuesta a toda forma no democrática de gobierno y de la vida social.
8.
El PRD promoverá políticas destinadas a garantizar el desarrollo humano integral, tanto físico como intelectual y emocional, con base en la certidumbre de que el recurso fundamental de nuestro país son los panameños y las panameñas, y de que la sociedad nacional debe ser una sociedad sana, educada y dotada adecuadamente, de servicios básicos y seguridad social, puesto que sólo así será productiva, solidaria y digna.
9.
El PRD considera que la familia, como núcleo fundamental de la sociedad, constituye el marco principal de convivencia, solidaridad y desarrollo de la afectividad, por lo que considera como una de sus principales compromisos la atención a sus necesidades.  El Partido se constituirá en un promotor activo de los valores que consagran la unidad familiar y en consecuencia se propone diseñar e instrumentar políticas y acciones que permitan el fortalecimiento e integración de las instituciones responsables del mejoramiento económico y social de la familia.
10.
El PRD tendrá entre sus objetivos fundamentales el de luchar contra las diversas formas de la pobreza, la marginación y los males sociales que de ellas se derivan, así como el de luchar por la equidad y la justicia en la generación y distribución social de la riqueza.  En la gestión pública del Partido, esta lucha se dirigirá primordialmente a superar las causas y condiciones estructurales de estos problemas, con la participación organizada y consciente de los sectores y grupos afectados.
11.
El PRD impulsará un modelo de desarrollo que conjugue crecimiento económico con bienestar y satisfacción de las necesidades de todos los habitantes del país.  Si bien reconoce que para lograr un mayor crecimiento fue necesaria una gradual transformación de su sistema económico hacia uno de mercado competitivo, también reconoce que las fuerzas de mercado son insuficientes para satisfacer todas las necesidades sociales.  En consecuencia, el PRD está convencido de que es responsabilidad del Estado satisfacer esas necesidades donde el interés privado no lo hace.
12.
El PRD reconoce la importancia del sector privado en el desarrollo económico del país, pero considera que el gobierno no puede ni debe permanecer sólo como espectador del desarrollo económico y social del país.  Que, al contrario, el gobierno tiene la obligación de estimular, orientar y coordinar la vida nacional y el desenvolvimiento económico con el objetivo de lograr el bien común y la equidad.
13.
El PRD considera que la concentración de la economía en ciertas áreas geográficas es una forma de discriminación, y que debe reducirse la brecha existente entre los niveles de vida de la población urbana y la rural. Por ende, el Partido impulsará políticas dirigidas a la integración de grandes espacios de la geografía social al desarrollo nacional para aprovechar integralmente los recursos humanos y naturales y las potencialidades geográficas de todas las regiones del país.
14.
El PRD luchará para que los recursos generados y los bienes incorporados al patrimonio nacional por la reversión del Canal, se utilicen en provecho del mayor número de ciudadanos y ciudadanas. En consecuencia propiciará la utilización de un significativo porcentaje de dichos recursos para destinarlos a elevar la calidad y equidad de la educación.
15.
El PRD impulsará el desarrollo de los derechos de organización y participación de la sociedad, tanto en el debate de los grandes problemas nacionales, como en la definición y ejecución de las políticas sociales, educativas, culturales, de protección a los consumidores, ambientales y económicas que demande el desarrollo integral y sostenible.
16.
El PRD promoverá la participación de la sociedad, a través de sus organizaciones obreras, campesinas, indígenas, profesionales, académicas, gremiales, empresariales, de consumidores, de adultos mayores, femeninas y juveniles en la discusión de los problemas y alternativas nacionales, y en la fiscalización de los respectivos proyectos.
17.
El PRD considera que el centralismo y la excesiva concentración limitan y distorsionan la democracia.  Por ende, su gestión política incrementará la autonomía administrativa de los gobiernos locales, viabilizando una distribución descentralizada de los recursos fiscales que, en justicia, asigne mayor proporción de los mismos a impulsar el progreso de las áreas más relegadas, haciéndolas partícipes de inversiones sociales y económicas de importancia.
18.
El PRD impulsará el crecimiento económico sin conflictos con la preservación y el mejor uso del medio ambiente, con base en adecuadas estrategias de gestión ambiental sostenible.  Este ha de responder a las necesidades del presente, restaurar los ambientes anteriormente degradados, y fortalecer la capacidad de las futuras generaciones para hacer frente a sus propias necesidades.
19.
El PRD apoyará la integración regional y hemisférica, determinando las formas de insertarnos en dichos procesos.  Al efecto, sostiene que las mejores formas de participar en las iniciativas de integración son aquellas que mayores beneficios duraderos le proporcionen al conjunto de la población panameña y a su entorno ambiental.
20.
El PRD gobernará con base en su Programa y en las políticas públicas que del mismo se deriven. Esas políticas públicas serán guiadas por una firme concepción de continuidad estratégica, que en cada caso tendrá en cuenta la variabilidad de las circunstancias internas y las condiciones externas. Para ello buscará y promoverá los consensos nacionales.
21.
El PRD considera que, para ser democrática, eficaz y transparente, la gestión pública requiere una significativa modernización del Estado, responsable de sus obligaciones constitucionales.  Las transformaciones sociales, económicas y culturales que el Partido propone y demandan una importante reforma del Estado panameño, que actualice y potencie su capacidad para servir a la comunidad nacional, respete su pluralidad étnica y cultural, viabilice una estable convivencia de los diversos actores sociales y políticos, e impulse los cambios necesarios con la participación de dichos actores, en función del desarrollo humano integral y sostenible.
22.
El PRD estima que es indispensable una eficiente, justa y transparente administración de justicia. A la vez, considera que es indispensable garantizar la seguridad ciudadana, de modo que ello fortalezca la sociedad democrática, segura y pacífica que debemos construir.
23.
El PRD cumplirá una política exterior caracterizada por la defensa de nuestra autodeterminación, integridad y soberanía nacionales; por la defensa de los recursos naturales panameños; por las relaciones de amistad y colaboración con todas las naciones; por la diversificación de los países con los cuales Panamá desarrolla relaciones económicas; y consecuente con los principios de libre autodeterminación, no intervención, solución pacífica de las controversias internacionales, no alineamiento, solidaridad internacional, defensa de los derechos humanos, y repudio a todas las formas de colonialismo, imperialismo o hegemonismo.
24.
El PRD considera que la corrupción distorsiona y detiene el crecimiento económico, socava la legitimidad política y desmoraliza, tanto a los funcionarios públicos como a la ciudadanía.  El combate a la corrupción en las esferas tanto pública como privada, fortalece la seguridad jurídica, la confianza y la credibilidad en las instituciones, así como la eficiencia y estabilidad de los gobiernos. Por lo tanto, repudia y no puede permitirse la práctica corriente de hacer planteamientos y propuestas contra la corrupción que luego no se cumplan.  El PRD, fiel a sus principios torrijistas, no consentirá ninguna práctica de corrupción, y actuará en consecuencia.

PROGRAMA(introducción)

I. CONSIDERACIONES  FUNDAMENTALES

1. Premisas de un proyecto nacional

Los seres humanos se relacionan entre sí a través de una compleja red de preceptos determinados por la capacidad de adquirir y compartir conocimientos y normas, por medio de la cual ejercen deberes y derechos, crean entornos habitables y garantizan la supervivencia y desarrollo de su comunidad dentro de parámetros socialmente establecidos y cambiantes.

Así, los ciudadanos y ciudadanas, como soportes de la sociedad, actúan y piensan conforme a sistemas ideológicos más o menos fijos, creados y recreados por una comunidad de intereses para regular la convivencia social.  En ese contexto, la política es la actividad que mejor define a los seres humanos.

El Partido Revolucionario Democrático es una organización creada para gobernar democráticamente el país con eficiencia, responsabilidad y transparencia.  Por lo tanto, debe practicar los métodos requeridos para sumar simpatizantes y ganar elecciones, y también debe constituir una estructura permanente de participación y de cambio, con la creatividad y flexibilidad necesarias para contribuir a mejorar la calidad de vida de toda la población, estando o no en el poder.  Por consiguiente, el PRD, como la fuerza política mejor organizada de la sociedad, actuará en cada rincón del país como el instrumento más consistente para impulsar la estrategia de desarrollo humano sostenible.

2. Desarrollo humano incluyente, participativo, integral y sostenible

La estructura socioeconómica y cultural que aún prevalece en el país, articula un sistema de inequidades sociales y regionales, y afianza hábitos y actitudes poco productivas e inadecuadas para superar las adversidades, lo que dificulta que un alto porcentaje de la población participe y se beneficie del desarrollo, ejerza deberes y derechos ciudadanos con calidad, y se desenvuelva en un ambiente de bienestar y fraternidad.

Uno de los propósitos del PRD, en el empeño de que la nación supere definitivamente su atraso, es desarticular la “cultura de la pobreza”, esto es, el conjunto de hábitos, actitudes y comportamientos, implantados por la tradición, que dan lugar a un modelo de existencia dependiente, conformista, improductivo, excluyente, ineficaz, parasitario y clientelista.

Panamá es un país potencialmente rico.  Su gente que es su principal activo, además de sus recursos terrestres, acuáticos y marítimos, así como su posición geográfica, son los idóneos para crear realidades humanas y materiales saludables, sostenibles y productivas.

Diversa y plural, la sociedad panameña amalgama grupos humanos procedentes de los cuatro puntos cardinales del planeta.  Es una sociedad heterogénea, donde las condiciones de vida desiguales y contradictorias, según el origen social, cultural y regional,le dan a la nación un carácter mixto y complejo.

Efecto de esa estructura inequitativa, la pobreza y marginalidad se manifiestan en forma de desempleo crónico, abandono de los campesinos e indígenas, la marginación de los profesionales, inestabilidad empresarial, inseguridad ciudadana, corrupción, la pérdida de valores cívicos, aumento de la drogadicción y la delincuencia, y dilapidación y deterioro de los recursos nacionales.

Para superar definitivamente esa estructura y sus efectos, es preciso impulsar un nuevo proyecto de desarrollo nacional que no se limite sólo a favorecer el crecimiento de la economía sino que igualmente mejore la calidad de vida de la gente.

Esto es: progreso humano, integral y sostenible.  Integral, porque debe abarcar todos los ámbitos de la vida del país culturales, sociales y económicos y superar todas las formas de discriminación, ya sea social o territorial.  Sostenible, porque su razón de ser radica en la búsqueda constante del bienestar humano, en la capacidad de reproducirlo, ampliarlo y continuarlo en un entorno ecológico preservado, productivo y saludable, que garantice el bienestar de las futuras generaciones.

Ese progreso humano sólo puede ser el resultado de un conjunto de políticas de desarrollo bien definidas, que se complementen entre sí para alcanzar objetivos comunes: políticas sociales, económicas, educativas, laborales, agrícolas, industriales, culturales, comunitarias, de salud, de transporte, de vivienda, de seguridad ciudadana, de información pública y transparencia, encaminadas a beneficiar a todos los sectores sociales y territoriales de la sociedad.

La fuerza histórica capaz de renovar las estructuras socioeconómicas e impulsar esas políticas de desarrollo humano, integral y sostenible, ya existe: se trata de los millares de panameñas y panameños de todas las edades, sectores y regiones que aspiran a una vida mejor. Para esto, una de las primeras tareas del PRD es promover la organización autónoma y democrática de los diversos sectores gremiales, laborales y comunitarios; es decir, organizar a la población panameña para convertirla en la protagonista de su propio destino.

El Programa del PRD es, precisamente, un proyecto de desarrollo nacional humano, incluyente, participativo, integral y sostenible, resumen del conjunto de políticas complementarias ofrecido a los diversos sectores del país para mejorar las condiciones de vida de todos por vía del consenso y la cooperación, guía para emprender acciones colectivas encaminadas a satisfacer la demanda de bienestar de todas las panameñas y panameños, a los menores costos y plazos posibles.

3. Política de participación

Para que todos los sectores sociales y regiones del país sean beneficiarios pronta y equitativamente del desarrollo, es menester involucrarlos directamente en organizaciones democráticas y representativas, de manera que sean consultados y participen en la formulación y ejecución de los proyectos locales o nacionales que los afecten. Inducir a trabajadores urbanos y rurales, profesionales, pequeños y grandes empresarios, comunidades indígenas, mujeres, jóvenes y adultos mayores, amas de casa, comunidades locales, a comprometerse y participar en las tareas que tienen que ver con su propio futuro.

Igualmente, se hace necesario fortalecer la representatividad de los gobiernos locales, los representantes de corregimiento y alcaldes, y el papel de las juntas comunales y de los concejos municipales y provinciales, como pilares de la democracia panameña y agentes del progreso comunitario.

Asimismo, es indispensable garantizar que todos los dirigentes y funcionarios por elección popular rindan cuentas periódicas a las comunidades y sectores que los eligieron, respondan a los cuestionamientos públicos y, de ser el caso, sean democráticamente sujetos a la revocatoria de sus respectivos mandatos.

4. Política económica

El propósito fundamental de la actividad económica es el desarrollo integral de toda la población, especialmente de los sectores y las regiones más desfavorecidas.  Para ese fin, uno de los objetivos del PRD es lograr el desarrollo creciente y auto sostenido de la economía panameña, y la equitativa distribución de sus beneficios.

Como señaló Omar Torrijos, mientras haya desigualdades sociales no podemos considerarnos un país moderno. La nivelación de los perfiles de la distribución de la riqueza, como el problema más grande que tiene el país, ha sido y es el objetivo”.

Durante los años 90, se adoptaron medidas que tenían el propósito de ajustar la economía nacional al proceso internacional de globalización y de apertura comercial de la economía mundial.  El mayor énfasis estuvo en procurar eficiencia, productividad y competitividad, y se inició la aplicación de medidas orientadas a corregir injusticias e inequidades, reducir las desigualdades sociales, favorecer la igualdad de oportunidades y promover el desarrollo humano de toda la población, que son los objetivos fundamentales del torrijismo.

Sin crecimiento económico es imposible impulsar el progreso social.  Sin embargo, cualquier desarrollo que deje de beneficiar a los pobres de la ciudad, del campo y de las comunidades indígenas es tan indeseable como carecer de crecimiento económico.  La globalización y el mercado no tiene que ser, necesariamente, incompatible con la equidad y solidaridad sociales ni con la generación de empleos.

 

 

5. Orientación de la economía nacional

El modelo económico vigente se basa en la modernización, fortalecimiento y aprovechamiento de la posición geográfica de Panamá a través de la venta de bienes y servicios a la comunidad internacional.  La limitación del mercado nacional no permite sustentar el desarrollo integral y sostenido sin una economía esencialmente abierta y sin aprovechar las ventajas que ofrece la posición geográfica de nuestro país.

Pero Panamá no puede reducir sus propuestas económicas a la sola explotación de las ventajas de la región interoceánica, ni concentrar allí todas sus expectativas.  Al contrario, esas ventajas deben ser aprovechadas como parte de una estrategia destinada a que los beneficios obtenidos por los servicios internacionales fortalezcan, en forma sostenida y creciente, los proyectos de desarrollo productivo interno, que su dinámica vincule a las demás regiones del país, y que involucre a las demás áreas de la economía nacional.  El mayor uso colectivo de las áreas revertidas, según la concepción torrijista, no consiste en parcelarlas sino de insertarlas e integrarlas, en forma eficiente y competitiva, en las estructuras económicas panameñas y mundiales.

6. Papel del sector público

Las fuerzas del mercado, por sí solas, no son capaces de aportar todo lo que el desarrollo requiere. La eficiencia y la competitividad, aun cuando son indispensables, no bastan para garantizar la equidad, la justicia y el bienestar sociales. En consecuencia, el gobierno no puede reducirse a mero espectador. Tiene la obligación y el derecho de prever e introducir las correcciones que sean necesarias para que la economía sirva al conjunto de la sociedad nacional.

El laissezfairismo extremo no es una opción viable en países de desarrollo desigual.

La formación continua de los recursos humanos del sector público logrará fomentar entre los servidores públicos una actitud que permita la renovación de la confianza ciudadana en las estructuras de gobierno.  No sólo por vía del castigo se erradican las conductas indebidas, la corrupción y el tráfico de influencias en el manejo de los asuntos del Estado sino a través de programas que eleven, la autoestima y el espíritu de servicio de los funcionarios públicos.

 

 

 

7. El Canal de Panamá

Al inicio del siglo XXI, los panameños enfrentamos la responsabilidad de manejar el Canal de Panamá eficientemente, y el reto de aprovechar, como no ocurrió en el pasado, sus áreas adyacentes, instalaciones y servicios complementarios con el fin de impulsar el desarrollo integral de todo el país. La adecuada y rentable explotación de ese bien constituye —dentro de la visión del Partido Revolucionario Democrático—un componente básico de una política marítima integral, con miras a garantizar que sus resultados reviertan en beneficio de todos los panameños.

II. POLÍTICA SOCIAL

En la economía contemporánea, las naciones compiten entre sí a partir de la calidad de sus recursos humanos y la disponibilidad de recursos naturales, de su capacidad para identificar y defender sus intereses y aspiraciones colectivas, y de la posibilidad efectiva de traducir el crecimiento económico en bienestar social para la mayoría de la población.

En consecuencia, el país necesita darse una política social orientada hacia dos propósitos fundamentales:Primerocrear las condiciones necesarias para que el crecimiento económico se traduzca efectivamente en oportunidades para el desarrollo humano, integral y sostenido de la población.Segundoprocurar que el desarrollo humano de los panameños y panameñas le ofrezca al país los medios necesarios para alcanzar un crecimiento económico a la vez sostenido y sostenible, en el marco de los retos que nos plantea la reinserción de Panamá en la economía mundial.

1. Pobreza o desarrollo

Desde el punto de vista histórico, a lo largo de los últimos cinco siglos en Panamá se originaron cuatro grupos humanos básicos, con sus gamas de combinaciones. Los pueblos indígenas, sobrevivientes en gran aislamiento económico y social, despojados de iniciativa histórica, de tierras aptas para labores de labranza y de tecnologías adecuadas para su cultivo; los sectores marginales urbanoso rurales, ubicados en las zonas periféricas de las ciudades terminales, las costas caribeñas y las islas del Pacífico, y en amplias zonas rurales, quienes participan del mercado interno de forma esporádica o informal; los sectores medios de la ciudad y el campoconstituidos por campesinos medios o pobres, empleados y profesionales, medianos y pequeños productores o comerciantes, y trabajadores no calificados; y, finalmente, la élite hegemónica, móvil, cambiante y heterogénea, asentada principalmente en la zona Transístmica.

La élite económica es excluyente respecto a los grupos indígenas, que sufren las peores condiciones de marginación geográfica y social.  Desde fechas muy tempranas se los confina a sitios montañosos e islas.  Tal aislamiento, algunas veces promovido por cierta demagogia, contribuye a una cultura de miseria, desamparo e indefensión en dichos territorios.

La élite hegemónica es paternalista respecto a los sectores marginales urbanos y rurales.  Tanto en la región de tránsito como en las zonas agropecuarias, a estos grupos desde el principio se los asume como peonada, o si no como clientela bajo subsidio perenne.  La costumbre de otorgarle áreas específicas para asentamientos, y el suministro de alimentos y beneficios por vía del asistencialismo, aunque alivia excesos y evita fricciones y enfrentamientos, a la larga afianza una cultura dependiente e improductiva.

Y también es paternalista respecto a los sectores medios de la ciudad y del campo. La hegemonía transitista establece con estos grupos una temprana relación de tipo benefactor en todos los ámbitos, económico, social y político.  Sin embargo, la política de subsidios a los productores rurales, históricamente adoptada con el fin de garantizar la producción y los servicios suficientes para la reducida demanda local, dio lugar a una cultura de ineficiencia, improductividad y dependencia.

Estas formas de convivencia crean una base cultural y generan una ideología predominante, aunque ello  no ha sido obstáculo para la creación de una pluralidad de otras formas ideológicas de la nación panameña.  La ideología generada a partir de los intereses tradicionales de la élite hegemónica, al extenderse al resto de la sociedad, se ha convertido en un importante escollo frente a toda perspectiva de progreso.

2. El escenario actual

Al inicio del siglo XXI, 4 de cada 10 panameños son pobres y  entre los jóvenes menores de 20 años, 5 de cada 10.  Esta situación, de por sí grave en el campo donde 6 de cada 10 son pobres, alcanza niveles dramáticos en las áreas indígenas, donde la pobreza afecta al 90% de esos compatriotas.  Incluso en las ciudades, donde 2 de cada 10 son pobres, el problema de la pobreza se agudiza debido a gran concentración de familias en ghettos marginales que se extienden alrededor de la urbe metropolitana.

La pobreza, además de injusta en sí misma, obstaculiza el diseño de cualquier estrategia de desarrollo integral.  El bajo ingreso de los pobres limita la demanda del mercado nacional y los ingresos del Estado, a pesar de que ese sector cubre una alta tasa de impuestos por vía del consumo y los salarios. Los panameños pobres no están en condiciones de aprovechar las oportunidades de empleo y ocupación que ofrece el mercado de trabajo debido a su escasa e inapropiada educación y a su mala salud, en especial las mujeres y los niños y niñas.  La pobreza lesiona la capacidad del país para preparar y proteger los recursos humanos indispensables para el desarrollo económico y la planificación del futuro.

Aunque en Panamá la tasa de crecimiento demográfico ha disminuido, debemos observar con preocupación el hecho de que la misma es mayor entre los estratos más pobres de la población, lo que significa un grave factor de agravamiento cuantitativo de la pobreza, en el cual hay un componente social y cultural de reproducción de la pobreza.

La pobreza promueve en forma sistemática la cultura de la dependencia, el conformismo, el parasitismo, el resentimiento y la desesperanza; a la vez que se recicla a sí misma, aleja a sus víctimas del ejercicio de sus deberes y derechos ciudadanos y menoscaba el ejercicio pleno de la soberanía popular.

En este escenario históricosocial, generalmente soslayado, es donde el PRD seguirá actuando, a sabiendas de que no puede promover transformaciones sociales sin influir y modificar la conducta y actitudes de sus miembros y simpatizantes, así como el de los electores en general.  Tanto en el poder como fuera del mismo, el partido será agente de cambio para combatir las causas de la pobreza crónica, sin volverse una estructura electorera oportunista y obsoleta.

A la pobreza hay que enfrentarla desde la realidad de los pobres, y con ellos.  De ninguna otra manera tendrán éxito los programas diseñados para enfrentarla.  Los métodos asistencialistas y clientelistas de organización enajenan y contribuyen a generar la ideología de la dependencia y del “juega vivo”, y deben ser remplazados por modelos solidarios, incluyentes y participativos.

El PRD reconoce que los problemas de la pobreza y su peor extremo, la miseria, no se resuelven automáticamente por efecto de un mayor crecimiento de la economía.  Por consiguiente, es imprescindible que en toda estrategia política y programa que se desarrolle en el país implique iniciativas y acciones multilaterales para atacar la pobreza y la miseria.

En resumen, el Programa del PRD debe ajustarse, por encima de cualquier otro objetivo, a la necesidad de cambios estructurales.  Recuperar al ser humano como objeto y sujeto de la política debe ser el eje cada propuesta y de cada una de las acciones del Partido vinculadas a la toma y el ejercicio del poder.

3. Junto a las comunidades y sectores sociales

En esa línea, el PRD, además de crear acceso a los recursos técnicos y financieros, debe asumir el liderazgo de la lucha contra la pobreza in situ, es decir, trabajando directamente con las comunidades y sectores sociales, en cada rincón del país, a través de las organizaciones de base, para lo cual se requiere:

Este camino, más que ningún otro, facilita la incorporación de los pobres a las tareas y benéficos del desarrollo integral del país.  Por ello el PRD impulsará un programa económico encaminado a erradicar las causas de la pobreza y construir una sociedad capaz de producir riqueza y distribuirla equitativamente.

Será importante que el Gobierno asuma la representatividad de los más necesitados, identificándose con ellos como su “cómplice” en la lucha común contra la pobreza, hasta superar y satisfacer sus más urgentes necesidades.

 

PRD Panamá; 2013

Partido Revolucionario Democrático. Delegados Congreso Extraordinario, 2001

 

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